Aquel día se había levantado temprano, pero no estaba dormido. Con prisa, se puso los pantalones antes de terminar de ponerse los calzoncillos y los calcetines antes de terminar con sus pantalones, por aquello del ahorro de tiempo.
Se levantó para acabar de vestirse y se quedó parado, sorprendido y trastornado por el extraño funcionamiento de su cabeza.
Su psiquiatra le dijo que era todo normal y su psicoanalista empezó a hablarle de su madre.
Nunca supo quién de los dos le estaba tomando el pelo, así que tuvo que asesinar a ambos.
Mientras huía pensó que, si le encontraban, iba a tener todo el tiempo del mundo para ahorrarlo o malgastarlo, que iban a dejarle en paz y por fin se acabarían todas las prisas.
martes, 15 de diciembre de 2009
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El problema es que lo meterían en una cárcel, aunque no creo que le importase.
ResponderEliminarMe gusta mucho.