…en un callejón, sobre su estómago reventado había huellas de neumático. Esta ciudad me teme. He visto su verdadero rostro.
Las calles son unas alcantarillas enormes y dichas alcantarillas están llenas de sangre y cuando el alcantarillado al fin forme una costra, todas las alimañas se ahogarán.
La mugre acumulada de todo el sexo que practican y de todos los asesinatos que cometen les llegará a la altura de la cintura y todas las putas y los políticos alzarán la vista y gritarán: “¡sálvanos!”…y yo miraré hacia abajo y susurraré: “no”.
Todos ellos tuvieron su oportunidad. Podían haber seguido los pasos de hombres buenos como mi padre, o el presidente Truman. Hombres decentes que creían la honradez del trabajo diario.
En vez de eso siguieron la senda marcada por las heces de los viciosos y los comunistas sin darse cuenta, hasta que fue demasiado tarde, de que ese camino llevaba al precipicio. No me digas que no pudieron elegir.
Ahora todo el mundo está al borde del abismo, mira hacia abajo y contempla un infierno lleno de sangre, ahí están todos esos liberales e intelectuales y charlatanes…y, de repente, a nadie se le ocurre nada que decir”
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